Un espectáculo inspirado en mis principales maestros; El Güito, Mario Maya y Manolete. Grandes figuras del arte flamenco, talentosos, correctos, puros, considerados por muchos aficionados como bailaores con temperamento y saber hacer.
Su forma de entender y representar el flamenco pervive en mi memoria. La masculinidad de otra época, esa forma que tenían de manifestar el flamenco desde la raíz, representando la esencia de cada palo por encima de su propio interés emocional y descontrolado.
Me enseñaron su maestría a través de palos tan duros como la farruca, el martinete, la soleá, alegrías. Bailes masculinos y de solera, los cuales han modelado mi figura y mi baile. Desde mi perspectiva, en contraste femenina, hoy soy una parte de esos recuerdos flamencos. De alguna manera, una parte de ellos viven en mí, sumando con ello la elegancia y la feminidad de mi sentir flamenco.